Por: Isaias Romero P.
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La lectura, querido padres, es un verdadero regalo. No es enseñar a leer o enseñar a escribir, es leer por gusto, por cariño, por necesidad, por placer. Y digo que es un regalo invitándolos a que piensen en esto: Imaginen algo que puedan dejarle a sus hijos y que les dure toda la vida. Imaginen un regalo que les sea verdaderamente útil en la prosperidad económica o en las dificultades más rotundas. Algo que incluso, no les sirva para nada pero que los pueda inspirar, hacer sonreír, enamorar. Piensen, por un segundo, en la imagen de un joven o un adulto que desesperadamente está buscando un libro que le ayude a superar un fracaso en el amor. No es una imagen romántica de los libros, ni un cliché, es una absoluta realidad. Cuando hemos despertado el interés de nuestros hijos porque lean más les estamos ayudando a tener un camino muy seguro hacia el verdadero desarrollo personal. Lo más curioso es que no es ni siquiera un secreto, muchos de nosotros hemos escuchado esto mismos desde las voces más disimiles: leer es importante para la vida. Lo hemos visto en campañas publicitarias, en el recuerdo de aquella profesora de primaria e incluso en las reflexiones de personajes como Edilberto Reye, el mismo de la telenovela. Sin embargo es un llamado hueco, que pocas veces logra asirse en nuestras vidas. Le debemos mucho de los problemas sociales que enfrentamos a diario a la falta de lectura.
Es tal la importancia de fomentar la lectura en nuestros hijos que obligarlos tampoco es el camino. Ya existe una necesidad en el colegio para que cumplan con esos requisitos, hablamos de acciones como padres, como tíos, abuelos o cuidadores, que pueden ayudar a que ellos se acerquen más a la lectura como una herramienta para la vida, una herramienta trascendental que no juzga ni se detiene ante la pobreza o la abundancia, una herramienta tan poderosa que puede incluso salvarles la vida.
Podemos incluir entre las actividades familiares visitas a eventos literarios, librerías, ferias del libro. Podemos, conociendo un poco sus gustos, dejar alguna lectura por ahí como quien no quiere la cosa para que se encuentre con ella, desde la biografía de Justin Bieber hasta las reglas del microfútbol, todo vale cuando se trata de formar a un lector; ya con el tiempo irá afinando su gusto. Las bibliotecas dejaron de ser sitios aburridos y se han transformado en verdaderos escenarios familiares que por si no sabían abren los domingos, visitarlas de vez en cuando, o incluir la lectura en la vida diaria es una alternativa. Podemos proponer que un regalo para el compañerito del salón sea un hermoso cuento que él elija, incluso volver a esos momentos que el afán y la vertiginosidad de nuestra vida nos han arrebatado y leerles un cuento en la noche, un momento para encontrarnos alrededor del libro lejos de ser un castigo o un premio.
Al motivar la lectura nuestros hijos serán ciudadanos que no traguen entero, esa es la lectura crítica, serán personas que se matarán menos, serán más tolerantes y comprensivas con un mundo de por sí ya agresivo para ellos. ¿No estarías dispuesto a obsequiarles a tus hijos algo así? ¿Cuándo empezamos?
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