martes, 24 de mayo de 2022

REZAGOS DE LA VIRTUALIDAD EN LA LECTOESCRITURA DE NIÑOS Y NIÑAS

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CON CALMA Y SIN PRISA
Rezagos de la virtualidad en los niños y niñas lectores
Por: Isaias Romero P.
@Lectopaternidad
Tengo la impresión de que algunos niños y niñas a pesar de haber alcanzado unas pocas semanas del 2021 en presencialidad, sólo hasta este momento en el que todos los colegios del país están por iniciar el segundo periodo académico, se están notando los rezagos de la virtualidad en su lectura y escritura. Es momento de repetirles a los padres de familia y a los docentes, que como en el adagio popular, toca con calma y sin prisa.
Lo primero que hay que entender es que la virtualidad no es una modalidad nueva en la educación, existe desde hace muchísimos años, lo que ocurre es que no precisamente ha sido utilizada para grados prescolares en los que se requiere el desarrollo de otras habilidades indispensables para la correcta lectoescritura. Por otro lado, son casi dos años en los cuales los niños todos los días estuvieron usando una pantalla para aprender a leer y escribir, una destreza que requiere de otro tipo de recursos entre los cuales debe haber una importante mediación. Hablamos también de una preocupación anterior a la pandemia y que venía estudiando los efectos de las pantallas en la educación, casi todos los estudios que se conocen coinciden en que, a menor edad menor uso de pantallas y la sobreexposición vivida no propiamente era para usar las pantallas como una herramienta para el aprendizaje, sino más bien una especie de proyector en el que se podía ver a los profesores. Vale aclarar que no se trata de satanizar el uso de dispositivos móviles sino el preguntarse para qué lo usan niños tan pequeños y cuánto tiempo, ¿en realidad creemos que ver videos o repetir patrones, ya que todos los juegos son similares, realmente es una propuesta pedagógica? Sobre esto aún hay mucha tela que cortar.
En este escenario entonces un niño o niña que se encuentre hoy en tercer grado de primaria, por ejemplo, ha tenido dos años anteriores en los cuales el proceso de lecto escritura ha llegado a él muy diferente como a los demás. Y ni hablar de quienes les tocó jardín o transición en virtualidad.
Si existe algo importante como reflexión en estos periodos que pasaron de confinamiento es que la lectura no es la única forma de aprendizaje, pero si es prácticamente la única que se usa en los entornos educativos. Esto representa que, en situaciones como una pandemia universal, en casos como en los que fue necesario el aislamiento, aprender a leer y escribir lejos de la escuela será más difícil si no existe el debido acompañamiento, también la necesidad de replantear las formas en que el conocimiento llega a los estudiantes.

He escuchado incluso que muchos amigos docentes se quejan de que prácticamente en todas las áreas académicas ha sido necesario retroceder, no avanzar con los contenidos, cosa que me parece bien, es más importante el bienestar de los niños y niñas que el currículo. De igual manera otros procesos que se desarrollan en la escuela orientados a la formación de ciudadanos también han tenido que ralentizarse. Creería entonces que lo más importante en estos primeros meses de actividad en preescolar, primaria o bachillerato es celebrar la vida y el encuentro, lo demás va a aprenderse, ahora o en dos años, los lectores finalmente encontrarán su camino.
Creo importante también cuestionarnos un poco más lo que ha significado volver a la llamada “normalidad”, la empatía y solidaridad que se mostró cuando éramos más vulnerables, ahora están haciéndose ausentes, pareciera, por lo que se ve en la calle, que el ciudadano que ha salido es peor del que entró.

Espero no generalizar al decir que como padres de familia no hemos sido mejores propiamente para ayudar y comprometernos en el proceso lectoescritor de los niños y niñas, que dicho sea de paso es un error pensar sólo compete a la institución educativa. El haber utilizado los teléfonos celulares para neutralizar las acciones de los niños antes de la pandemia y tratar de vivir de nuestras vidas de adultos, se disparó en el uso sin mediación en los últimos años y sería bueno desacelerar. No sigamos dejándole a las pantallas la educación de nuestros hijos, usémoslas como lo que son, herramientas, unos maravillosos recursos que se complementan.

Por último y no menos importante bajemos el ritmo, los niños finalmente terminarán escribiendo y leyendo ahora o más adelante, no es algo para alarmarse pero tampoco para relajarse, recordemos que los lectores tienen sus propios ritmos, aunque la escuela tienda a homogenizarlos, llegan en desventaja por todo lo que hemos mencionado, y el miedo que me da decirlo es que por el contrario nos relajemos, sintamos que no es necesario que escriban o lean bien o demasiada presión para que lo hagan, como nunca antes, y aquí una paradoja, ésta es probablemente la generación que mejor necesita leer y escribir y hacerlo bien además.



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Qué es Lectopaternidad?

Lectopaternidad, es un concepto que integra dos anhelos sociales: uno relacionado con la mejor herencia que un padre puede dejarle a un hijo, la lectura, y dos el ejercicio de una paternidad responsable en términos de un legado cultural invaluable sólo entendido por los años. Ya sabemos las ventajas de la lectura, entreguemos a la sociedad toda la posibilidad de que siga extendiéndose. Isaias Romero es escritor y periodista. Gestiona y desarrolla esta iniciativa desde hace más de 5 años como una propuesta para los padres de familia y docentes, así como a ciudadanos en general a partir de experiencias personales, propuestas comprobadas y aplicadas en diversos ámbitos. Obtuvo en el 2016 el Premio Barco de Vapor, uno de los reconocimientos literarios más importantes para escritores de literatura infantil y juvenil que entrega la Biblioteca Luis Ángel Arango y la Editorial SM. Bienvenidos.
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