martes, 18 de abril de 2017

ESCRIBIR PARA SALVAR A OTROS Entrevista con Celso Román

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Entrevista con el escritor infantil Celso Román

Su cuenta en twitter no sobrepasa los 500 seguidores, pero sus trinos hacen gala de estar comprometidos con entregar más que palabras en las redes sociales. “Alguien cuelga un video en youtube y tiene 10 millones de visitas”, dice: “Pero dura un ratico, es efímero como un fósforo. Trasciende lo que llega a ser obra de arte, lo que hace vibrar esa cuerda sensible que tenemos todos en el corazón y en el espíritu”. Pero ese trascender en su vida lo mueve a decir las cosas que dice, a escribir sus cuentos, a redactar sus trinos. Ese trascender también le preocupa en el tema ambiental: “los seres humanos somos los responsables del cambio climático, recientemente decían las Naciones Unidas que el calentamiento global va más rápido de lo que se pensaba”. Es por esto que participa activamente en una fundación llamada Taller de la Tierra que trabaja en procesos pedagógicos de educación ambiental y donde a través de los cuentos Celso Román está convencido de que es la literatura esa poderosa herramienta que puede cambiar la mentalidad de los niños en Colombia: “este país tiene que apuntarle a la educación y la cultura. Sir Ken Robinson, indica que es la escuela la que mata la creatividad”; insiste: “un estudio longitudinal con niños de preescolar, quienes en sus primeros 5 años tenían una alta capacidad de pensamiento divergente (el que permite encontrar varias soluciones a un mismo problema), dice que cuando pasan los años escolares eso se pierde. Cuando llegan al grado once, no se les ocurre nada, se disminuye esa capacidad; entonces lo que hay que cambiar es el sistema educativo, a los niños los manejan como rebaños, los clasifican por edades cuando hay niños de la misma edad con diferentes intereses, los ponen a trabajar individualmente, cuando el trabajo cooperativo es más viable y sobre todo, alejan a los niños del universo del arte”. Entonces se preocupa y siente que debe escribir más. 

Celso Román estuvo en Cúcuta invitado por la Editorial Panamericana, para compartir con estudiantes y docentes de varios colegios de la ciudad sus inquietudes, sus preocupaciones, sus ilustraciones, pero sobre todo su obra.

La literatura es el hilo conductor

Creo que la literatura siempre estuvo presente”, responde al ser indagado por la forma como un médico veterinario termina escribiendo cuentos para niños: “un día teniendo yo unos 4 o 5 años me encontré un pedazo de lápiz y me fui a la pared e hice un dibujo de un pollito. Le dije a mi mamá: - mamá, mire un pollito – y ella había podido castigarme, pero corrí con la suerte de que era profesora. Lo que dijo fue: qué lindo el pollito, pero te voy a regalar un cuaderno para que pintes allí todos los pollitos que quieras y vamos a limpiarla porque si la dejamos así al día siguiente no será humedad lo que aparezca sino las lágrimas de la pared llorando toda la noche porque la ensuciamos”. Ese cuaderno sería su primer libro. Más adelante en lo que llama la época de los intereses, Celso se inclina por la veterinaria. 

Afiebrado por la naturaleza comienza a mezclar su profesión con el pensamiento de los animales y es así como la historia de un caballo de zorra, un perro callejero, un gallo que vive en un taller y un gato vagabundo, que buscan ayuda para salvar a un hombre que muere en una casa de lata, se gana el Premio Enka de Literatura Infantil, en 1979. Aunque no fue su primer premio si le abrió un mundo de oportunidades y momentos felices de los que dice sentirse agradecido con la vida. “Jairo Aníbal Niño, ganador en el año anterior en el Premio Enka era jurado cuando me gané el Premio y dijo que quería conocerme. Iniciamos una buena amistad, somos compadres por partida doble, es padrino de mis dos hijas, María José y Valentina” esta última lo reclamó como padrino cuando al crecer supo que “Jairo Aníbal El Niño” lo era de su hermana. “Murió muy joven, carajo”. Se sorprende también contando cómo este libro se sigue imprimiendo y sigue causando sorpresa en todos los estratos sociales a donde llega, verificando tristemente que en 34 años las condiciones sociales del país no han cambiado.

La literatura no se negocia

Celso Román comparte su obra en innumerables viajes a lo largo del año dentro y fuera del país, desde escuelas de primaria en regiones apartadas hasta ferias del libro en cualquier sitio del mundo. Es, además, un escritor que ha hecho la tarea debidamente. Reconocido por su trabajo y disciplina, a sus 66 años además de la Medicina Veterinaria, estudió Bellas Artes en la Universidad Nacional, es Maestro en Artes Plásticas con especialización en escultura del Pratt Institute de Nueva York y ha recibido importantes distinciones por su trabajo literario como el Premio Norma – Fundalectura, el Premio Netzahualcoyotl (el emperador poeta de los Aztecas) en México por su aporte a la literatura infantil latinoamericana, entre otras distinciones. 

Escribe de 3 a 7 de la mañana en una rutina que se ha convertido en un hábito y aunque sabe que es difícil el medio editorial para los escritores, cree que más allá de los concursos o la suerte el secreto es la perseverancia y la disciplina: “Cuando estuve en el taller de escritores de la Universidad de Iowa, reunidos allí 30 escritores de países distintos con el oficio de la literatura y el idioma inglés en común, aprendí entre la muchas charlas que sostuvimos con profesores y escritores gringos, ellos que son tan pragmáticos en estos asuntos, que la literatura es 99 por ciento esfuerzo, sudoración, transpiración y 1 por ciento inspiración. Esa imagen del artista bohemio que está llevado o que de pronto se le aparece la musa, con Baudelaire es probable que haya funcionado, pero hoy en día es trabajo, disciplina, perseverancia. El portero de la selección Colombia, le digo a los niños, tapa mil penaltis en un día y entrena y entrena, hay que tener compromiso y tenerlo entre ceja y ceja. Hay cosas que no se negocian, la convicción, el deseo de trabajar no se negocia”. Cree además que Colombia es un país lleno de talentos literarios y artísticos y que cuando exista un gobierno que los apoye a todos, realmente, veremos en nuestros ojos un florecimiento del arte y la literatura.

Construir realidades

Celso ve a unos hombres haciendo unos castillos de arena y dice que son gigantes buscando princesas en sus ventanas, ve un gato amarillo pasar por un salón de clases y piensa en un jaguar estudiando, ve una tragedia de las que ocurren en la cotidianidad y siente la necesidad de revivir, al menos en los libros lo que la realidad no detiene. Cuenta entonces la historia de El Pirático Barco Fantástico, un libro que surge de la muerte de unos niños dentro de una casa arrasada por un deslizamiento de tierra en Bogotá. “Me impresionó tanto la historia que dije, voy a hacer un libro donde los niños se salven”, entonces en medio de un invierno inclemente, una semilla que entierran los niños germina como un barco en el que se salvan y les encuentran dormidos, a la madrugada, cansados de aventuras, dentro de lo que parece el buque de un navío. “¿De qué manera puede uno acercarse a la realidad, a la cotidianidad y a través de las fantasía generar otras realidades para hacer surgir un sentido crítico respecto a esto?”, la respuesta la da el mismo al decir que escribiendo puede aportarse a ese proceso. 

Siente asimismo que se puede escribir mucho pero sin un proceso creativo las ideas no fluyen: “La creatividad surge de la emoción, cuando te emocionas surgen las ideas. Es importante acercar a los jóvenes y niños a esa emoción en el arte y no tanto a la imposición de conocimiento que es la enseñanza de las ciencias. Las ciencias llegan cuando tú disfrutas el universo y quieres buscar explicaciones, aparece entonces la matemática, la física o la química, pero no antes de que les embutan fórmulas que uno no sabe para qué sirven. Si les plantearan primero problemas o situaciones diarias que se resuelven con el álgebra uno entendería que las cosas se inventaron para que podamos vivir más felices en el mundo. Pero nos lo hacen más triste”.

Convencido del poder de las palabras, Celso sigue escribiendo para salvar a otros, para sensibilizar a más personas sobre todo el daño que el mismo hombre hace de su sociedad y su futuro cuando descuida la verdadera educación, se empecina en el poder, cuando toma malas decisiones en el gobierno y  sobre todo ignora lo que ocurre con en el medio ambiente.
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