Erróneamente se ha endilgado la
misión de enseñar a leer y escribir exclusivamente a la escuela. Atrás quedaron
las épocas donde la lectura inicial se aprendía en casa con un familiar
cercano, donde eran los abuelos esos primeros promotores de lectura que leían o narraban relatos maravillosos a veces de miedo y a veces con lecciones para la vida. Cada vez más se responsabiliza a la escuela de éste proceso,
desconociendo, por un lado que como indica Evelio Cabrejo, la lectura inicial
va ligada al alma y las emociones y por otro lado, el papel relevante que cumple
la familia y el hogar para garantizar que el lector no abandonará su hábito con
el tiempo. Es también muy probable que esa pérdida de conexión entre padres e hijos gracias a la vertiginosidad en la que vivimos, nos permita achacarle al colegio lo que como padres no hacemos.
Aprender y enseñar a leer si es
una misión de la academia, es un requisito incluso, a veces mal impuesto, para que los niños entren a la primaria, pero también es un compromiso de la ciudadanía, de la
familia y de la sociedad en general. De esta forma si bien se conduce al niño al cumplimiento de un formalismo académico también es cierto que por más afán que tenga el docente, cada lector tiene su propios ritmo y esto asegura que se aprenda bien y en un ambiente
indicado.
Leer y escribir no depende
necesariamente de una edad, aunque hay unos límites que pueden alertar otras
dificultades, pero no es un requisito que aprendan de manera estandarizada.
Cada Institución educativa debe respetar los ritmos de lectura en cada niño y
aprovechar esta oportunidad para vincular a los padres de familia, a nuestros
docentes y a toda la comunidad educativa en la construcción de un ambiente apto
para una lectura y escritura sin lágrimas. Este aprendizaje, además de la
verificación teórica y científica, está enmarcado en el cariño, en la
relevancia, en la mediación y la construcción para la vida. No es solamente aprender a leer y escribir para buenas notas, nos estamos jugando el futuro de muchos aspectos importantes para la humanidad como el saber elegir los mandatarios o tener mejores habilidades comunicativas.
El Colegio debe apoyar un aprendizaje mediado de la lectura que vincule a la familia, que
potencie al niño y que aproveche los recursos y formatos de lectura para contribuir
en la formación de niños y niñas capaces de pasar de una lectura literal a una
lectura crítica en su paso por el Colegio. Esta finalidad inicia en el
preescolar y se va consolidando año a año debe proponer en iniciativas como los planes de lectura verdaderos retos y la generación de situaciones de enseñanza – aprendizaje que llevan a sus
estudiantes, en todos los niveles, a una experiencia importante en la
adquisición del conocimiento a través de la lectura.
Leer se aprende en la niñez,
fundamentalmente, y queda evidenciado, con sus errores y aciertos en la vida de
las personas. La lectura que se aprende en la infancia, va
cobrando una mayor importancia a medida que pasa el tiempo y poco a poco va
volviéndose inherente a los procesos más variados del hombre. Desde un poema para
enamorar, hasta las instrucciones para armar la lavadora. Puede convertirse incluso en un divertimento, una lectura que genere placer al lector ávido, una
herramienta indispensable para entender la opinión de los demás, para proponer
opiniones relevantes, para estimular la creación de nuevos texto e incluso la
comprensión de textos complejos, informativos o noticiosos. Es la escuela el
mejor escenario para su desarrollo, pero no es el único. Es la lectura la base
fundamental del aprendizaje y por ese nivel de importancia debe proponer un acercamiento escalonado a sus niveles de
complejidad, de la mano con otras competencias en las áreas de humanidades, que
conduzca a los estudiantes a la argumentación, a la proposición, a la crítica o
al análisis entre otros cruciales procesos que se articulen significativamente
con otras áreas del aprendizaje.
El objetivo es lograr que los niños manejen con eficacia los diferentes
escritos que circulan en la sociedad y cuya utilización es necesaria o
enriquecedora para la vida (personal, laboral, académica)… La lectura
responderá a un doble propósito. Por una parte, un propósito didáctico: Enseñar
ciertos contenidos constitutivos de la práctica social de la lectura con el
objeto de que cada alumno pueda utilizarlos en el futuro, en situaciones no
didácticas y por otra parte, un propósito comunicativo relevante desde la
perspectiva actual del alumno.
- Delia Lerner.
Entonces leemos y aprendemos a
leer, además del requisito formal de la academia, para desarrollarnos como
seres humanos, para participar activamente en la sociedad y por ende para
desarrollar el conocimiento. De esta manera la lectura nos permitirá alcanzar
las metas que nos propongamos como seres humanos sin importar el nivel de
educación que adelantemos.
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