miércoles, 29 de marzo de 2017

Leer no es sólo responsabilidad de la escuela

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Erróneamente se ha endilgado la misión de enseñar a leer y escribir exclusivamente a la escuela. Atrás quedaron las épocas donde la lectura inicial se aprendía en casa con un familiar cercano, donde eran los abuelos esos primeros promotores de lectura que leían o narraban relatos maravillosos a veces de miedo y a veces con lecciones para la vida. Cada vez más se responsabiliza a la escuela de éste proceso, desconociendo, por un lado que como indica Evelio Cabrejo, la lectura inicial va ligada al alma y las emociones y por otro lado, el papel relevante que cumple la familia y el hogar para garantizar que el lector no abandonará su hábito con el tiempo. Es también muy probable que esa pérdida de conexión entre padres e hijos gracias a la vertiginosidad en la que vivimos, nos permita achacarle al colegio lo que como padres no hacemos.


Aprender y enseñar a leer si es una misión de la academia, es un requisito incluso, a veces mal impuesto, para que los niños entren a la primaria, pero también es un compromiso de la ciudadanía, de la familia y de la sociedad en general. De esta forma si bien se conduce al niño al cumplimiento de un formalismo académico también es cierto que por más afán que tenga el docente, cada lector tiene su propios ritmo y esto asegura que se aprenda bien y en un ambiente indicado.

Leer y escribir no depende necesariamente de una edad, aunque hay unos límites que pueden alertar otras dificultades, pero no es un requisito que aprendan de manera estandarizada. Cada Institución educativa debe respetar los ritmos de lectura en cada niño y aprovechar esta oportunidad para vincular a los padres de familia, a nuestros docentes y a toda la comunidad educativa en la construcción de un ambiente apto para una lectura y escritura sin lágrimas. Este aprendizaje, además de la verificación teórica y científica, está enmarcado en el cariño, en la relevancia, en la mediación y la construcción para la vida. No es solamente aprender a leer y escribir para buenas notas, nos estamos jugando el futuro de muchos aspectos importantes para la humanidad como el saber elegir los mandatarios o tener mejores habilidades comunicativas. 


El Colegio debe apoyar un aprendizaje mediado de la lectura que vincule a la familia, que potencie al niño y que aproveche los recursos y formatos de lectura para contribuir en la formación de niños y niñas capaces de pasar de una lectura literal a una lectura crítica en su paso por el Colegio. Esta finalidad inicia en el preescolar y se va consolidando año a año debe proponer en iniciativas como los planes de lectura verdaderos retos y la generación de situaciones de enseñanza – aprendizaje que llevan a sus estudiantes, en todos los niveles, a una experiencia importante en la adquisición del conocimiento a través de la lectura.

Leer se aprende en la niñez, fundamentalmente, y queda evidenciado, con sus errores y aciertos en la vida de las personas. La lectura que se aprende en la infancia, va cobrando una mayor importancia a medida que pasa el tiempo y poco a poco va volviéndose inherente a los procesos más variados del hombre. Desde un poema para enamorar, hasta las instrucciones para armar la lavadora. Puede convertirse incluso en un divertimento, una lectura que genere placer al lector ávido, una herramienta indispensable para entender la opinión de los demás, para proponer opiniones relevantes, para estimular la creación de nuevos texto e incluso la comprensión de textos complejos, informativos o noticiosos. Es la escuela el mejor escenario para su desarrollo, pero no es el único. Es la lectura la base fundamental del aprendizaje y por ese nivel de importancia debe proponer un acercamiento escalonado a sus niveles de complejidad, de la mano con otras competencias en las áreas de humanidades, que conduzca a los estudiantes a la argumentación, a la proposición, a la crítica o al análisis entre otros cruciales procesos que se articulen significativamente con otras áreas del aprendizaje.



El objetivo es lograr que los niños manejen con eficacia los diferentes escritos que circulan en la sociedad y cuya utilización es necesaria o enriquecedora para la vida (personal, laboral, académica)… La lectura responderá a un doble propósito. Por una parte, un propósito didáctico: Enseñar ciertos contenidos constitutivos de la práctica social de la lectura con el objeto de que cada alumno pueda utilizarlos en el futuro, en situaciones no didácticas y por otra parte, un propósito comunicativo relevante desde la perspectiva actual del alumno.                                                              

- Delia Lerner.



Entonces leemos y aprendemos a leer, además del requisito formal de la academia, para desarrollarnos como seres humanos, para participar activamente en la sociedad y por ende para desarrollar el conocimiento. De esta manera la lectura nos permitirá alcanzar las metas que nos propongamos como seres humanos sin importar el nivel de educación que adelantemos.
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