martes, 25 de julio de 2017

3 FORMAS DE ALEJAR PARA SIEMPRE A TUS HIJOS DE LA LECTURA

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Por Isaias Romero Pacheco
@Lectopaternidad
www.lectopaternidad.org


He recibido correos y comentarios de padres de familia que en un tono bastante desolado y desesperanzador, me dicen que quisieran mucho que sus hijos fueses mejores lectores. Son padres, en algunos casos que se han esforzado por esa meta, que han intentado algunas cosas inverosímiles y a veces impuestas, pero que en muchos casos se han chocado de frente con la fría imperturbabilidad de los jóvenes de hoy. Pensé que así como podemos hacer muchas acciones para que nuestros hijos, nietos, sobrinos, amiguitos, se interesen por la lectura, a partir de cosas sencillas en la cotidianidad, muchas de nuestras acciones, a veces sin pensarlo, también puede alejarlos para siempre de esta práctica. Evitemos a toda costa, estas tres formas de alejarlos para siempre de la lectura:

1. No incluyas nunca la lectura en tu vida ni en la de tus hijos. Si bien generar un ambiente alrededor de la lectura no garantiza en todos los casos que surjan en las familias buenos lectores, no incluir el libro o la lectura y sus formas definitivamente lo alejará más. Si existe una posibilidad para hacer que los menores lleguen a la lectura de manera autónoma, ese camino debe estar minado de opciones y experiencias con la lectura. A veces pensamos que no es importante leer, que no debe hacer parte de nuestras vidas y creemos además que sí estuvo bien así para nosotros, para nuestros hijos también y es un error garrafal. Si a ti no te gusta leer, si debes pensar en que la lectura, y más en momentos como los actuales, debe ser una prioridad en nuestros jóvenes y niños tan presos de las modas y la superficialidad. Querer hijos diferentes, que tengan algo que decir, que no sean tan fácilmente influenciables o que al menos cuestionen lo que consumen en medios de comunicación, tiene en la lectura una gran posibilidad de desarrollo, si no les acercamos los libros y la lectura será más sencillo caer en las trampas de la liviandad.

2. Hazle perder de vista la lectura. Alrededor del tercer año de primaria, incluso antes, los niños y niñas que ya están desarrollando más plenamente sus capacidades de lecto-escritura, comienzan a vivir la división entre la lectura formal, la académica, la que se mira como un deber y que es absolutamente necesaria, y por otro lado aquella lectura por gusto que ha disfrutado, generalmente en el hogar, en la biblioteca, en la voz de los abuelos o por simple curiosidad.  Esta disyuntiva casi siempre logra que aquella lectura por placer se pierda de vista. Si bien ha logrado sentir el poder de las palabras en las historias que ha leído y vivir también a los personajes que ha encontrado entre cuentos y fábulas, el formalismo y el párrafo recto descriptivo, analítico, que busca desesperadamente ser diseccionado en sílabas, tonos, acentos, conjugaciones y adjetivos, generara una ganancia sobre la fantasía, será pesado, tan pesado que arrastrará el interés hasta lo más hondo del pozo. Es normal además, es necesario también, es una forma de lectura, le entregará unas habilidades importantes en su vida, pero si no estás pendiente como padre de ayudarle a reconectarse se alejará sin más remedio que la buena o mala nota al analizar una frase. Es importante que se entiendan ambas disyuntivas, que se le entregue al niño la claridad de esos objetivos y que no pierda jamás las otras bondades que la lectura entrega lejos de la escolaridad y más cercanas al corazón y al alma de sus primeros lectores y de su propia vida como lector.

3. Oblígalo a que lea. Una cosa es prohibirle que lea, casi que funciona como un botón de encendido: irán corriendo a oprimirlo. Una cosa totalmente diferente es que lo obligues a hacerlo, como la mayoría de las situaciones que repiten ese patrón, la respuesta será negativa. Ya son muchos años de estar mandando castigados a los muchachos a leer como si esto fuese un objeto de reprensión, un látigo; ya ha sido suficiente de estar enviándolos a la biblioteca como castigo, son miles las generaciones que lo padecen aun hoy. Obligar a leer es como golpear su intelecto, su autoestima, es permitir que se alejen para siempre y si tenían alguna conexión con su lector interior éste sea aniquilado por la presión. Es increíble que ésta aún sea una práctica educativa y familiar. 


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Qué es Lectopaternidad?

Lectopaternidad, es un concepto que integra dos anhelos sociales: uno relacionado con la mejor herencia que un padre puede dejarle a un hijo, la lectura, y dos el ejercicio de una paternidad responsable en términos de un legado cultural invaluable sólo entendido por los años. Ya sabemos las ventajas de la lectura, entreguemos a la sociedad toda la posibilidad de que siga extendiéndose. Isaias Romero es escritor y periodista. Gestiona y desarrolla esta iniciativa desde hace más de 5 años como una propuesta para los padres de familia y docentes, así como a ciudadanos en general a partir de experiencias personales, propuestas comprobadas y aplicadas en diversos ámbitos. Obtuvo en el 2016 el Premio Barco de Vapor, uno de los reconocimientos literarios más importantes para escritores de literatura infantil y juvenil que entrega la Biblioteca Luis Ángel Arango y la Editorial SM. Bienvenidos.
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