El instinto transformador de la lectura
LA FUERZA DE LAS PALABRAS
La historia de José
Alberto Gutiérrez reafirma aquello que Flaubert llamó leer para vivir.
Por: Isaías Romero P.
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¿Cómo es posible que la gente
bote libros a la basura? Esta idea estuvo dando vueltas en la cabeza de José
Alberto Gutiérrez, quien se inquietó mucho al ver cómo, en uno de los días
habituales de su recorrido como conductor de un camión de basura en Bogotá, de una
bolsa cualquiera se podían ver ejemplares de enciclopedias y literatura despreciados
por sus dueños. Él, que a mediados de éste año terminó el bachillerato,
considero aquella actuación como absurda, un despropósito, una burrada. “Justo porque mi mamá me leía todas las
noches, a mí y a mis cuatro hermanos, aprendí a querer los libros, se volvieron
mis mejores maestros, yo que no tuve la oportunidad de educarme encontré en
ellos una guía, los libros tienen un espíritu, me he ido enamorando de los
libros”, dice José Alberto.
Hace más de 20 años no aguantó
ver los libros tirados, y en un instinto que muchos negamos, empezó a
recolectarlos en cada uno de los recorridos que hacía en su enorme camión de
basura. Sus compañeros le ayudaban cada que veían una bolsa o una caja con
libros para que José Alberto los fuera guardando y llevando a su casa. Confiesa
que esa motivación le llevó a madrugar más al trabajo, a ir recuperando los que
estaba dañados e ir cuidando de los textos como un guardián bibliotecario. Al
ser desocupado el primer piso que tenía en arriendo en su casa no dudo en
proponerle a su esposa que montaran una biblioteca al servicio de la comunidad.
En el Barrio Nueva Gloria, donde está su casa, ubicado en la localidad de San
Cristóbal que albergó hasta hace poco uno de los barrios más peligrosos de
Bogotá, miles de niños se vieron beneficiados con las consultas, talleres,
encuentros y servicios que prestó José Alberto y su familia sin esperar nada a
cambio en los últimos 20 años, hecho que lo volvió reconocido mundialmente. La
fuerza de las palabras ha hecho, como dice el propio José Alberto, que por cada
libro que regala reciba cien y hoy la Biblioteca es una gran bodega que va
alimentando otras similares a la que fundó y que se encuentran en rincones apartados
de Bogotá y de Colombia. En el nuevo paso de su vida tiene como meta construir
la primera fábrica de bibliotecas del mundo.
“Lo más importante es leerle a los niños” lo dice alguien que con
absoluta propiedad ha visto cómo cada libro leído e ingresado a su casa ha
hecho una evolución en su vida y en la de su familia: “todos los niños vienen, yo creo, con una hoja en blanco, de ahí lo
importante que es el ejemplo de los padres leyéndoles a sus hijos. Yo comencé a
realizar talleres en familia, eso lo transporta a uno a dimensiones que no sabe
uno cómo pueden ser, comencé con mis hijos y con mi esposa y fue tan
importante, empecé a entender tantas cosas, que me inicie a lavar la loza, por
ejemplo, a ayudar en los quehaceres del hogar; la lectura definitivamente lo
forma a uno como individuo”.
José Alberto reconoce que fueron
esos libros que otros botaron lo que permitió que sus hijos terminaran sus
estudios, que su familia tuviese una trasformación, una verdadera metamorfosis
como él mismo dice: “venimos de una
familia que prácticamente salió del barro, ha existido un cambio importante en
todos, aprendimos que la educación es el campo de batalla, como diría
Estanislao Zuleta, lo nuestro es un proyecto que cualquier puede replicar,
necesitamos más de un millón de personas haciendo trabajos como el que nosotros
hacemos” y se siente orgulloso de la forma en que las palabras
transformaron sus vidas aparentemente desde una casualidad del destino,
haciendo un paraíso de donde otro vio un estorbo.
Su organización, La Fuerza de las
Palabras, tiene como propósito llevar más y más libros a todas las comunidades
que lo pidan. La empresa Nissan, por ejemplo, les donó una camioneta tipo urban
en la que recogen y transportan las miles de donaciones en libros que llegan a
su casa, convertida ahora en una bodega
de libros. El instinto de no botar algo que ha servido tanto a lo largo de los
años para el aprendizaje de otros, deja en la historia de José Alberto un
testimonio poderoso del poder transformador de los libros, de la fuerza que
esas palabras pueden tener en la vida de nuestros hijos y familias.
Aunque es muy probable que la
gente siga botando los libros a la basura, ya José Alberto dejó de cuestionar
una actitud que le ha parecido siempre complicada de entender y que en
contradicción su vida reafirma cada día: “simplemente
somos un puente entre quienes tienen los libros y quienes no tienen nada”.
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