LEER TAMBIÉN ES LLEGAR A CASA
Una posible reinvención del oficio del promotor de
lectura
Por: Isaias Romero P.
@Lectopaternidad
Mediar, promover o animar la lectura ha sido siempre una preocupación
de personas, de maestros, de padres, de entidades, de gente desesperada que no
entiende cómo otros no leen. Sin embargo, en medio del desaliento que produce, ha
sido también un tema de esperanza, de constancia, de creencia, de fe, una
especie de apostolado en tiempos siempre difíciles.
En el principio fue el libro
A ciencia cierta quienes hemos
asumido este oficio sabemos que la promoción de la lectura no debería existir
como trabajo, debería ser algo natural e inherente al ser humano que no
requiriera mediación, pero también sabemos que miles de factores han alejado a
la gente de libros así como de leer su realidad, o las estrellas, el cine, la
música. El trabajo del promotor de lectura depende de la gente, se vale de sus
dudas y de sus intenciones para ser eficiente, de reconectarlos con aquello que
abandonaron por alguna circunstancia o para demostrarle a quien no lo ha
descubierto, la poderosa herramienta que es. Se alimenta con las reacciones de
los niños, con las preguntas de los usuarios de una biblioteca, con los viajes
cargando una maleta llena de libros hacia una vereda, cruzando un río, andando
en un paraje, o visitando un páramo saludando frailejones. Es un trabajo
inspirador que con muy poco hace enormes contribuciones al bienestar de la
gente, a la cultura, al acceso a la información como un derecho, pero es un
trabajo que sin la gente pareciera no existir. Un trabajo que se desnutre en
estos tiempos. Es como un libro maravilloso que está esperando que alguien lo
tome de alguna repisa en una biblioteca del mundo y que a pesar de tener el
secreto para la felicidad, si nadie lo lee se pierde. Creo que estos momentos
de confinación, en los que las bibliotecas están cerradas, en el que los
promotores de lectura están en sus casas y en el que todas las iniciativas de
lectura que han sufrido para estar donde están se han detenido, son los
indicados para una reinvención del mejor oficio del mundo, contrario a lo que
pensaba Camus sobre el periodismo.
Han sido días complejos con los
picos naturales en la existencia humana a veces amando y a veces queriendo
matar. Este forzoso alejamiento creo que ningún promotor o bibliotecario lo
tenía en sus planes, quizás no pensamos jamás que este trabajo, como tantos otros,
se viera tan afectado, no sólo en términos de contrataciones que de hecho es
una tragedia, sino también en lo que implica alejarte del público y en los más
recientes casos acercarte a un público que no te ve. Pero esa reinvención
también tiene algo de magia. Me ha gustado mucho ver todos esos cuadritos con
movimiento en las pantallas y a tantos promotores en el mundo preocupados y
esforzándose porque allá, en algún lugar remoto del ciberespacio, alguien este
sonriendo o mirando enternecido recibiendo su botella al mar.
A pesar de que en algunos
escenarios hemos llegado tarde a la virtualidad como método de animación a la
lectura, ha sido grato en tantos videos observar las bibliotecas de las casas,
las pequeñas, abundantes, moribundas; ver las salas desde donde se emiten, algunos
con material improvisado, otros con cuidado y dedicación, incluso convencen a
sus propios hijos y sobrinos de salir en las pantallas, leyendo o escuchando
alguna historia. Han metido a los abuelos, a las nanas, a las madres, hasta los
peluches que tenían como recuerdos de la vida, en ese cuadrito que permite los
bordes de su celular. Se han disfrazado, han sacado su mejor y peor cara, a
algunos no les importa que la luz no entre lo suficiente para verles o que el
sonido de sus voces se pierda entre trastos que se lavan en la cocina cercana o
llamadas para ir a almorzar. He recibido llamadas de otros, por ejemplo,
pidiendo auxilio, son capaces de pararse en un escenario atestado de niños y
encantarlos con su voz como una flauta de Hammelin, pero le temen profundamente
a la cámara. Otros, a pesar de llevar años dedicados al oficio, simplemente no
saben qué hacer.
Dicho sea de paso, promover la lectura
no es en una sola vía, no se tiene una sola forma o un solo método de hacerse; ha
hecho falta más entrenamiento es eso de hablarle a un público que no está en
cuerpo presente, difícil, pero esa inventiva tal vez, requiera más figuras de
papel, no diciendo cómo se hacen en un video, sino dejando que ellas sean las
que hablen, quizás una voz, un podcast, un stopmotion, en eso la tecnología tiene
miles de variedades que no pueden ser sólo videos.
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