Por: Isaias Romero P.
@Lectopaternidad
www.lectopaternidad.org
Yo sé que la situación está
apretada, sé que los libros son bastante costosos y se además que muchas veces
como padres de familia nos indigna que un profesor en menos de una semana despache
un libro que nos costó más de 25 mil pesos o en el peor de los casos, ni lo
lean. También sé que los colegios a veces abusan, que incluyen junto a los
cuadernos, utensilios que no van a aportar nada para la educación de los hijos
y es más, hay artículos de esos que son para lo que llaman un negociado, lo sé.
En temporadas como estas salir a defender una lista escolar es complicado, por
lo mencionado y por lo vívida que se encuentra la resaca de diciembre. La
situación amerita que ahorremos hasta el último peso para que nos rinda la
lista escolar, pero los libros son los que más llevan del bulto siempre.
Invertir en la educación de los
hijos no debería doler tanto, es decir, creo que no hacerlo es peor. No podemos
ni equiparar siquiera cómo otros gastos, a veces suntuosos e innecesarios, en
todos los estratos por igual tienen mayor prioridad que la educación. Que
existan instituciones que abusan es absolutamente cierto, pero también hay
mecanismos para ejercer control y exigir calidad; recuerden padres que tanto en
un colegio público como privado, la educación es un derecho y no por ser
costosa o barata debe dejar de exigirse calidad. No confundir calidad con
capricho, eso sí.
Por otro lado, si hay algo que
devela que tenemos un hijo lector o que la lectura está haciendo algo con la
vida de nuestros hijos es la tenencia de libros. Bajo cualquier circunstancia ver
un muchacho leyendo es algo satisfactorio. Muchos de nosotros, incluso aquellos
que han tenido que leer por obligación, reconocen que a veces esos libros
impuestos ayudaron, fueron bellos, o nos inspiraron. No todas las veces debe
ser así, debemos llegar libremente a la lectura, pero ¿cómo leer o amarla si no
compramos libros? Alguno dirá que hoy en día es más fácil y barato leer en
otros formatos y eso es absolutamente cierto, pero también es ingenuo, no todos
tienen el acceso y a veces el desconocimiento es peor. La compra de un libro
hace parte de la experiencia necesaria para que el lector construya su camino. Hay
que tener la libertad de leer lo que nos gusta y lo que no también. En una clase
de plan lector ideal, debería valorarse cualitativa y equitativamente cuando el
estudiante sustente por qué no le gustó el libro y por qué no lo recomendaría.
Hay lectores que nunca compran
libros: los roban, los prestan, los piden en la biblioteca, pero siempre
coincidirán todos ellos en querer tenerlos, así sea por un rato. Es esta una de
las formas como se generan experiencias de lectura, necesarias para perdurar en
el tiempo y que alimentadas por esa relación que establece el libro y el autor
con su lector serán duraderas. Hay necesariamente que facilitar todos los
mecanismos para que el lector tenga acceso al libro, en el formato que desee y
comprarlo es uno entre los más prácticos. Hay que incluir entre la lista de las
cosas que hacemos en familia, visitar una librería, incluso la de textos
usados, todas valen. Lo de los precios es otro tema. Ideal sería que el lector,
el estudiante, comprara lo que quisiera; es más, lo ideal es que todos leyeran
lo que quisieran en el colegio y el plan lector se construyera de esa manera, sería
lo correcto, sin embargo aún nos falta un poco para que eso se dé, mientras
tanto el plan lector ayuda.
He visto de todo en ese proceso:
padres que fotocopian los libros, vergüenzas ajenas cuando el escritor invitado
al colegio debe firmar un libro pirata, compra de libros usados entre padres, de
todo, con tal de cumplir con los dichosos planes de lectura. Lo que más bien he
visto poco, es ese mismo entusiasmo de ahorro cuando se trata de maletines o
colores que están también dentro de la lista de útiles escolares, pero digamos
a favor de los libros que incluso usados podemos disfrutarlos. Cuando se habla
de un concurso entre estudiantes, de unas olimpiada matemáticas, de una
experiencia significativa, el entusiasmo también decrece y si hay que pagar
peor.
Hay que tener en cuenta, asimismo,
que en algunas instituciones educativas las editoriales, a cambio de medallas y
trofeos para las interclases con tal de que les compren los libros, botan el
catalogo del plan lector para que elijan de allí lo que les parezca bueno a
partir de una reseña de tres renglones o de una imagen. Desconocen el valioso material
que tienen en sus manos, tanto promotores y colegios, a veces ni siquiera
pueden identificar a un autor relevante y en muchos casos los profesores,
afanados también por cumplir con otras obligaciones, ni siquiera leen los
libros que piden, atienden las sugerencias que les llegan, desperdician la
oportunidad de construir con sus estudiantes un buen proceso o en peor de los
casos tampoco saben de qué trata el material o temáticas que aborda. Hay otras
instituciones, en cambio, que se preocupan más, que han leído y erigido a pulso
un plan lector que de verdad interese a los estudiantes, que les hable en su
idioma, de sus preocupaciones, he visto casos donde incluso la opinión de los
estudiantes es escuchada, Colegios que exploran y mezclan la literatura clásica
y las novedades con el único afán de darle un bagaje útil a su estudiante hacia
la vida, hay instituciones que incluso, tiene docentes destinados sólo para el
plan lector. En ambos tipos de colegios, por complicado que parezca, el acceso
al libro es lo principal. Muchos de los libros que leen los estudiantes son
referidos por un docente que le gusto cuando hacía el bachillerato o porque es
una obra que se considera “obligatoria”. Y aunque es valiosa la referencia de
un libro de lector a lector, o tener en cuenta clásicos o libros determinantes
en la historia de la literatura, también es bueno ayudar a construir un camino
en el lector, conocer las temáticas que aborda hoy la literatura e incluso que
el docente y el promotor de ventas tengan más experiencias de lectura. Vender
libros sin leer, aunque ha sido una práctica recurrente, es como vender un auto
sin saber manejar, o enseñar literatura y lengua sin tocar un libro.
No se trata de que el estudiante
lea por que le toca, ni se trata de que abultemos una credencial institucional
diciendo que leemos más libros que en otro colegio, se trata de entender que el
papel de la lectura en la vida de los estudiantes es transversal y fundamental
para sus vidas, que la lectura les ayudará a comprender el mundo, incluida la
tan mentada lectura crítica. Entonces en el colegio, antes del listado de útiles
con los libros que se van a comprar, los departamentos de lengua castellana y todos
los docentes, por decirlo con realidad, deben preguntarse ¿qué tipo de lector
quieren para su institución? y esto incluye al preescolar. Un perfil del lector
que desean ayudará a que los libros elegidos estén acorde a ese ideal y la
tarea no sea mandar a leer un libro sino hacer de la lectura el elemento más
importante de la educación tal y como lo es. Esto exige también leer los
libros.
Yo pienso que si un colegio
incluye un libro en su plan de lectura es porque sabe qué es lo que van a leer
los estudiantes y cuáles son las razones por las que está allí, sean estas de
contexto, históricas, de lectura, de goce, de complemento, las que quieran pero
la deben tener con absoluta claridad y aunque suena obvio, en mucha de la
práctica no es así. Es algo así como una cadena de valor: importante es que el
padre compre el libro pensando en que no es un gasto; también lo es el que el hijo, el estudiante,
sepa su valor monetario y valor como libro. Yo soy uno de los que busca
inmediatamente un libro que alguien me recomienda con pasión y agradezco toda
la vida si esa lectura me ha marcado. Quisiera pensar, dentro de esa misma
cadena, que si un colegio incluye un libro en esa lista, es porque ha sentido
la relevancia que éste puede tener para la vida del estudiante y que su
contenido, siendo él la pieza más importante del colegio, va a gozárselo, va a
realmente aprender algo o simplemente establecer un dialogo con su autor. De ese tamaño es la responsabilidad.
No teman comprarle libros a sus
hijos para el colegio, libros de literatura, gastamos muchas veces en cosas más
inoficiosas, mejor cuestionen por qué su colegio no tiene un plan así.
0 comentarios:
Publicar un comentario